Fui un capítulo.
No el primero,
no el último,
pero sí uno donde la trama cambió.
Escribí en tu historia con manos temblorosas,
con tinta hecha de amor y cicatrices,
dibujé con palabras
una versión tuya que aún no veías.
Pero hoy,
ese capítulo ya no existe.
Fui borrado.
Párrafo a párrafo,
beso a beso,
hasta que quedé reducido a lo que soy ahora:
hojas en blanco
donde alguna vez escribiste con fuego,
y ahora solo hay silencio.
Quizás alguien más escriba ahí,
con letras más claras,
con frases más simples,
con promesas que no asusten.
Yo solo fui el borrador.
El ensayo que nunca se publicó.
El intento que nunca terminó de gustarte.
Y sin embargo…
a veces me pregunto si,
al pasar la página,
no sentís el eco
de lo que alguna vez fue palabra
y ahora es solo espacio en blanco.
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