¿Cómo se escribe desde el vacío? Cuando el amor se vuelve fantasma

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No todo lo que escribo nace de la inspiración. Mucho nace del dolor. De ese lugar silencioso que queda cuando alguien se va, o cuando algo se rompe por dentro y uno no encuentra cómo decirlo en voz alta.

Así nació El Vigilante, el primer libro de la trilogía Sombras de Justicia. No como novela. No como plan literario. Nació como un guion. Una historia que imaginaba en imágenes, en escenas que podían moverse y hablar por sí solas. Pero con el tiempo, entendí que no bastaba solo con mostrar.
Había que sentir. Y para eso, necesitaba ir más hondo.

El guion se transformó en prosa. Y la prosa, en una exploración emocional.

Lo que al principio parecía una historia de suspenso, fue tomando forma como algo más íntimo.
No solo se trataba de crímenes o misterios. Se trataba de lo que callamos. Del miedo a perder.
Del impulso de proteger. De lo que ocurre dentro de una persona cuando el amor no es correspondido, cuando la culpa no se puede lavar, o cuando el dolor se convierte en rutina.

Cada personaje surgió con una voz propia, con características muy distintas: algunos callados, otros impulsivos, otros rotos por dentro. Pero lo que todos tenían en común no era su historia…era su humanidad.

Porque lo que sentimos —la pérdida, el miedo, el deseo de redención, el vacío que queda cuando el amor se apaga— no es exclusivo de uno. Es parte de todos.

Escribí desde ese lugar. Desde el vacío. Desde lo que dolía y no sabía cómo nombrar. Y descubrí que al escribirlo, lo transformaba. Lo convertía en algo compartido. En algo que podía tocar a otros.

Por eso escribo. No para escapar de lo que siento. Sino para darle forma. Para que no se me pudra adentro.

¿Cómo se escribe desde el vacío?
Con honestidad.
Sin adornos.
Con la certeza de que lo que hoy te rompe, mañana puede convertirse en palabras que abracen a alguien más.

Bienvenidos a El Tintero Oculto. Donde las ausencias también escriben.

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